Durante la noche de ayer
estuve meditando sobre una cuestión que por un lado puede parecer lógica pero
que por el otro puede no resultar tan fácil de que se dé. Todo a consecuencia
del Atlético de Madrid-Barcelona en el que Fernando Torres marcó a los 30
segundos el 1-0 que empataba, de forma momentánea, la eliminatoria. Luego la
cosa acabó como acabó, pero el hecho es que la acción del ‘Niño’, que recortó a
un central de primerísimo nivel como Javier Mascherano con una facilidad extremadamente
insultante -tal y como lo hizo con Pepe en la ronda anterior- para luego
definirla con una tranquilidad bastante sorprendente si tenemos en cuenta lo
que estaba en juego, fue una acción de plena confianza en sí mismo, algo de lo
que había carecido en su pasó por el Chelsea y posteriormente por el Milan.
Es
evidente que su recuperación futbolística tiene que ver con su vuelta al
Manzanares, lugar donde recibe el cariño y la confianza de una afición que
anhelaba el regreso del que había sido su ídolo durante muchísimos años. En
fin, el tema es que el caso de Fernando Torres me resulta muy parecido,
salvando las distancias, al que vive Alan Pardew desde su llegada a Selhurst
Park.
Y las cosas no le han
podido ir mejor en su regreso a Selhurst Park. Cuatro partidos, cuatro
victorias. Dos en la FA Cup (Dover Athletic y Southampton) y dos en la Premier
League (Tottenham y Burnley). Estos resultados no han hecho más que alimentar
la ilusión que había generado su llegada, pues con él ven el objetivo de la
salvación mucho más cerca. Además, desde su llegada hay dos jugadores que han
vuelto a sentirse importantes, Dwight Gayle y Wilfried Zaha. El primero ha sido
determinante en los tres primeros partidos de la era Pardew anotando cuatro
goles que le servirán para seguir siendo titular, mientras que el segundo está
recuperando su mejor nivel, aquel que le llevó a fichar por el Manchester
United y que ahora le puede devolver definitivamente al Crystal Palace -ya ha llegado una oferta de traspaso a Old
Trafford-. A ambos hay que unirles la llegada en forma de cesión de Yaya
Sanogo, delantero del Arsenal que llega con muchas ganas de sentirse importante
y que ya ha marcado su primer gol con la zamarra de los eagles en el último partido frente al Southampton.
Alan Pardew por fin puede
trabajar sin más presión de la que le da la competición y su propio trabajo sin
tener detrás una hinchada que pida su cabeza día si día también. Él es feliz,
los fans también y los jugadores, que al final son los que tienen que dar la
cara en el césped, parece que también. Buenos tiempos se avecinan para el bueno
de Pardew y para el Crystal Palace.
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