Tenía la intención e ilusión de
traeros un análisis del campeón de la Copa Sudamericana que puso punto y final
en la madrugada de ayer. Pero no tengo ni ganas ni voluntad para hacerlo tras
ver como un equipo festejaba el título haciendo ver que no pasaba nada fuera
del terreno de juego tras los vergonzosos actos que se produjeron en el
descanso. Lógicamente no entenderéis nada de lo que he dicho, así que vamos a
explicar lo que pasó en un día negro para el futbol en general y para el futbol
sudamericano concretamente.
El gran Sao Paulo y la sorpresa
de esta edición de la Copa Sudamericana, Tigre, se citaban en Morumbí en el
partido de vuelta de la final. Tras el 0-0 de la ida en la que hay que decir
que el empate fue un resultado más que justo, quedaban 90 minutos para decidir
el campeón.
El partido tenía que ser una fiesta, la ocasión lo merecía. Si a eso le añadimos que Sao Paulo ejercía de local en el mítico Morumbí y que era el último partido que el genio Lucas Moura iba a disputar con la camiseta del equipo brasileño, nos sale un cóctel futbolístico en el que el Tricolor era claro favorito ante un equipo chico como es el conjunto dirigido por Néstor Gorosito y el cual quería hacer historia derrotando a los brasileños y alzándose con el título.
La previa del partido hacía
presagiar un duelo de alto voltaje y que estaba marcado por las expulsiones de Luis
Fabiano y de Alejandro Donatti en el partido de ida disputado en la Bombonera.
Esta acción seria el reflejo de lo que pasaría en el partido de vuelta. Pero
los motivos que realmente caldearon el ambiente empezaron el día antes del
partido cuando Tigre se disponía a reconocer el terreno de juego. Sao Paulo se
negó y no permitió el acceso al campo del equipo argentino, alegando que en el
partido de ida el tracto recibido no fue del todo correcto. Y no siendo
suficiente con esto, la seguridad del estadio se negaba a que Tigre pudiera
calentar antes del partido. Total, los jugadores del pequeño conjunto de Buenos
Aires saltearon a la seguridad y finalmente pudieron ejercitarse sobre el
césped.
Una vez iniciado el partido, los
dos equipos dejaron claro cuáles eran sus cartas. Los brasileños dejaron claro
que irían a por el partido desde el primer minuto aprovechando su rapidez y
calidad individual de los Lucas Moura, Osvaldo, Jadson o Denílson. Por su parte,
Tigre buscaba cortar de raíz las envestidas del tricolor y salir a la contra de
la mano de Rubén Botta.
Y esa manera tan agresiva de intentar parar el juego por parte de los argentinos
empezó a crear tensión entre los dos equipos. El colegiado, Enrique Osses,
parecía permitir toda clase de contactos, incluido el codazo que Orban le
propinó a Lucas Moura que no fue ni sancionado con falta y que a la postre
sería el detonante de todo lo ocurrido en el descanso. Entre todo esto, Sao Paulo tomó ventaja en el
marcador con los goles de Lucas Moura en el 23’ y de Osvaldo en el 28’.
Y nada más finalizar el primer
tiempo, Lucas Moura fue a recriminarle a Orban el codazo que este le había propinado.
Y a partir de ahí comenzó la trifulca con insultos, provocaciones, empujones, etc.,
que acabaría con la expulsión de Paulo Miranda por parte local y de Gastón Díaz
por parte visitante. Después del lamentable espectáculo los jugadores enfilaban
el camino a los vestuarios y parecía que la cosa se había calmado.
Pero nada más lejos de la verdad. Cuando los jugadores y el cuerpo técnico de Tigre se dirigían al vestuario, sufrieron una emboscada por parte de los agentes de la Policía Militarizada de Sao Paulo y de guardias del servicio de vigilancia privada del club Sao Paulo. Varios jugadores de Tigre fueron golpeados por la seguridad de Sao Paulo e incluso fueron amenazados con armas de fuego. Tras lo sucedido, Gorosito dijo "han sacado dos revolver en el vestuario, son cagones mano a mano no aguantan”. Después de lo ocurrido, los jugadores de Tigre se negaron a salir en la segunda parte porque defendían que "ante ese escenario no podíamos ir a la cancha. Estamos en un país que no es el nuestro y en donde la policía te golpea. No podemos jugar así", alegó Rodrigo Molinos, presidente de Tigre.
Más tarde, Galmarini explicó ante
los medios que fue amenazado con un arma de fuego por los miembros de seguridad
de Morumbí. También se denunciaron varios cortes que recibieron los jugadores
del equipo argentino y la agresión que recibió Rubén Botta el cual no podía
abrir un ojo.
Tras la negativa de Tigre de salir a disputar la segunda parte, el cuerpo y los jugadores del Sao Paulo esperaron en el verde durante media hora. Pasados los 30 minutos, Enrique Osses pito el final del partido y el Tricolor se convirtió en campeón de Sudamérica. Y eso fue lo peor de todo, la imagen de Sao Paulo festejando el título en el campo sin dar transcendencia alguna a lo ocurrido en el descanso y Tigre encerrado en su vestuario por miedo a que la cosa fuera a peor. Parecía que para los brasileños era algo normal y solo pensaban en celebrar el título en lo que fue una falta de respeto y de valores humanos a los jugadores de Tigre, que al fin y al cabo son compañeros de profesión.
Al escribir un texto con inclinación periodística es necesario mostrar ambos lados de la historia, lo que sucedió en el estadio Morumbi fue provocado por los jugadores del equipo argentino que destrozaron el vestuario y trató de acceder al vestidor de Sao Paulo cuando se les impidió por la seguridad del club que más tarde buscó la ayuda de la policía.
ResponderEliminarAdmito que tienes razon y deberia haber escrito la version de Sao Paulo. Pero me parecio mas importante el hecho que los jugadores de Tigre fueran agredidos y amenazados con armas de fuego.
ResponderEliminarDe todos modos estoy empezando en esto y cometo fallos como el que has comentado y siempre va bien que alguien lo diga.
Gracias!